Con motivo del Día Internacional
de la Literatura Infantil y Juvenil transcribimos la nota escrita por Manuel
Peña Muñoz sobre Andersen, publicada en la Revista Había una vez N° 20.
Andersen, un viajero incansable
Por Manuel Peña Muñoz
Escritor y especialista en literatura infantil
www.elcaballerodelosalerces.cl
Hans Christian Andersen (1805-1875) fue un viajero romántico en busca de paisajes de su Dinamarca natal. Caminó por sus bosques, bordeó los lagos y contempló las cascadas. Por sus cuentos desfilan islas, fiordos y ríos. En sus páginas describe Selandia, Fionia, Falster, una capilla gótica coronada por un nido de cigüeñas, un venado asustadizo, el ondulante río Gudenaa.
En 1833, a la edad de 28 años, recibe una pensión monetaria del rey de Dinamarca, Federico IV, que le
permite viajar por Alemania, Francia, Inglaterra e Italia. Viaja en carruaje, en vapor y en tren. Fue el autor de su tiempo que más viajó y cada destino le permitió conocer realidades muy distintas, abrirse a otras culturas y plasmar escenarios muy diversos en sus cuentos.
Andersen realizó más de 30 viajes por Europa, Escandinavia y Medio Oriente. En su autobiografía El cuento de mi vida, escribe: “Como un filtro de Medea que me diera fuerzas para mi espíritu, así son para mí los viajes”.El primero que hizo fue a Suecia y luego siguió camino por toda Europa. En Londres conoce a Charles Dickens, quien lo hospeda. Frecuenta a la duquesa de Suffolk y recibe una invitación de la reina
Victoria para pasar una temporada en la isla de Wight. También recorre Suiza, que le agrada mucho por sus bosques de hayas y lagos azules.
En Francia frecuenta los ambientes teatrales y literarios y conoce a Victor Hugo y a los músicos Franz Liszt y Felix Mendelssohn. También lo recibe la condesa de Bocarné, quien le presenta a Balzac y posteriormente, en 1844, es presentado al gran duque de Sajonia, en cuya corte de Weimar habían vivido Goethe y Schiller.
Luego sigue rumbo a España, donde visita Barcelona, Levante, Andalucía, Madrid y Burgos en 1862. De esta experiencia escribe el libro Viaje por España(Alianza Editorial, 2005) en una de cuyas páginas leemos: “En ninguna otra ciudad española he llegado a sentirme tan dichoso como en Málaga”.
A Italia la llama “el país de mis sueños”. Aficionado a la ópera, va a la Scala de Milán, y también a las canteras de mármol de Carrara, a Pisa y Florencia. Se hospeda en posadas y albergues, en palacios y casas de escritores. Como es un hombre culto, aficionado museos y sensible a las esculturas, observa en una calle de Florencia la curiosa estatua de un animal que arroja agua por la boca, y lo inmortaliza en el cuento El jabalí de bronce. Estando en Roma, va al Café Greco de la Via Condotti, que hoy exhibe en sus paredes un retrato del escritor, recordando su paso y su conversación con los artistas romanos.
Tras Italia sigue viajando a muchos otros países, en los que recorre ciudades y pueblos, interesándose siempre en las pequeñas escenas de la vida cotidiana. Se queda varios días en los lugares para visitar el mercado, el cementerio, los cafés, los teatros, pasear por las calles y parques, conocer las iglesias, observar las tiendas y empaparse de la vida misma. Y de todo saca material para sus cuentos, hasta de los detalles más insignificantes, como un dedal, una mosca o un soldadito de plomo.
Viaja a Grecia: El Pireo, Atenas, la Acrópolis. En el cuento El pacto de amistadnos relata lo que vivió en la
antigua ciudad de Delfos. Desde las primeras líneas, nos introduce en su propia vida: “Hace poco que estuvimos de viaje y ya tenemos ganas de hacer uno más largo. ¿A dónde? A Esparta, a Mecenas, a
Delfos. Hay cientos de ciudades ante cuyos nombres el corazón palpita con ansias viajeras”.
Sigue viaje al Medio Oriente. Visita Esmirna, con sus torreones y minaretes. Allí escribe el cuento Una rosa en la tumba de Homero con el motivo del ruiseñor y la rosa que inspiró también a Oscar Wilde.
Andersen no puede estarse quieto en un solo lugar y tampoco sus personajes, que siempre se desplazan de un punto a otro. El viaje es un motivo que se repite a lo largo de sus cuentos, como un leitmotiv que los engarza a todos. En barco, vapor, diligencia, globo aerostático o a caballo; a pie, en excursiones a la montaña, a lomos de un ave, en un barquito de papel, en el vientre de una ballena o en un baúl volador, sus personajes viajan sin parar.
En Los cisnes salvajes, los príncipes, convertidos en cisnes, vuelan por el cielo y cruzan el océano para aterrizar en un arrecife en alta mar. En El patito feo, el protagonista emprende un recorrido por la granja hasta llegar a la laguna de los cisnes. En El traje nuevo del emperador, el monarca avanza por una alfombra roja en medio de la multitud hasta que un niño grita la verdad. En El sapo, el protagonista sale del fondo del pozo y emprende un viaje a saltos por el campo pues quiere conocer el mundo. Su madre le dice que abajo está más seguro, pero el sapo quiere aventurarse. Va feliz. A veces tiene nostalgia del pozo y de su madre pero sigue su camino aunque ello le cueste la vida. No importa. ¡Viajó! El viaje es sinónimo de cambio, de vida. Es la única forma de alcanzar la culminación. Lo importante es optar por el viaje pese a todos los obstáculos.
Andersen se burla de los que prefieren las comodidades del hogar. No es de extrañar que dedique tantaspáginas a ensalzar a las cigüeñas y las golondrinas, que son aves migratorias.
Fuente: Revista digital Había una vez, disponible en:
http://www.revistahabiaunavez.cl/descargas/RHUV-20.pdf
Cuantas historias que bueno que por los medios papel, digital, blog, redes sociales, se recuerda a nuestros héroes!!! siempre debemos tener memoria!!!!
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