Este blog está pensado para todos los bibliotecarios del sistema educativo de los distritos de C. Tejedor, General Villegas, Pellegrini, Rivadavia, Salliqueló, Trenque Lauquen y Tres Lomas (Provincia de Buenos Aires).
sábado, 23 de abril de 2016
martes, 19 de abril de 2016
Textos a tener en cuenta para abordar el Bicentenario de nuestra Independencia
El 2016 fue declarado "Año del Bicentenario de la Independencia Nacional"
La Declaración de independencia de la Argentina, se declaró el martes 9 de julio de 1816 en la casa de Francisca Bazán de Laguna, declarada en 1941 Monumento Histórico Nacional.
La decisión fue tomada por el Congreso de Tucumán, que sesionó en la ciudad de San Miguel de Tucumán de las entonces Provincias Unidas del Río de la Plata, por la cual el país proclamó su independencia política de la monarquía española y renunció también a toda dominación extranjera.
LISTADO
DE TEXTOS LITERARIOS PARA EL BICENTENARIO 2016
Ø
La moneda maravillosa de Silvia Schujer
Ø
Emanuel y Margarita de Ana María Shúa
Ø
Tucumán era una fiesta de María Inés Falconi
Ø
Juana la intrépida capitana de Adela Basch
Ø Francisca y Katupyrí de Martín Blasco
Ø Un misterio en Tucumán de Liliana Cinetto
Ø Me contaron en Tucumán de Florencia Esses
Ø ¡Invadido! de Cecilia Pisos
Ø La maldición del arribeño de Sebastián Vargas
Ø El fantasma de Francisca de Mario Méndez
Ø Aquel baile del 10 de julio de 1816 de Ricardo
Lasser
Ø
El rastro de la
canela de Liliana BoDOC
Un relato que, como un catalejo permite mirar a
través del tiempo, nos acerca a los acontecimientos de nuestra Independencia.
En este apasionante relato, Emanuel y Margarita
serán testigos de hechos fundacionales de la Historia argentina.
Gregorio y José Ignacio son dos niños que
viven en San Miguel
de Tucumán, en 1816. En medio del revuelo y la agitación
que perciben en los adultos, estos dos niños viven divertidas aventuras y
travesuras, al escaparse de su casa para investigar el misterioso enamorado de su
prima Lucía y la desaparición de su preciado relicario. Un misterioso extraño,
don Manuel, los ayudará a develar el misterio que finalmente se develará en la
fiesta de la Independencia.
miércoles, 13 de abril de 2016
DÍA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS - 19 DE ABRIL
El 19 de abril es el Día de los Pueblos Originarios. Una gran oportunidad para trabajar con la colección "Con nuestra voz" del Plan Nacional de Lectura. Seis libros que recogen textos en castellano y lenguas indígenas. Si no los tienen en sus bibliotecas, pueden descargar todos desde este sitio. ¡Qué buena idea sería también, para rescatar las voces vivas de muchas familias de nuestros alumnos, que puedan ser invitados a acercarse a la biblioteca escolar y contarnos en su lengua anécdotas e historias!
http://eib.educ.ar/2015/11/con-nuestra-voz-textos-plurilingues.html
lunes, 4 de abril de 2016
10 ideas para recrear la Biblioteca Escolar
10 ideas para recrear la biblioteca escolar. Este excelente webinar brindado por Marta Roig Pages (promotora de lectura y asesora de bibliotecas escolars) nos ofrece muchas ideas para implementar en las bibliotecas escolares así como otras que tenemos que ir desechando si buscamos poner en valor realmente a nuestras bibliotecas.
El recurso lo podemos encontrar en SocialBiblio, sitio donde encontrarán muchos videos y presentaciones de interés para bibliotecarios.
domingo, 3 de abril de 2016
Documento: Poesías situadas
El
Plan Provincial de Lectura dependiente del Centro de Documentación e
Información Educativa les comparte el
Documento de Trabajo que se constituye en el primero de un sitio de
lecturas que estamos elaborando y que hemos denominado Lecturas Situadas.
Este
material será un insumo para ir trabajando drante el ciclo lectivo.
A continuación el link para que puedan ingresar a leerlo:Poesías situadas
A continuación el link para que puedan ingresar a leerlo:Poesías situadas
sábado, 2 de abril de 2016
2 DE ABRIL DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL
Hans recibió de pequeño muy poca educación, aunque su padre cultivó su imaginación contándole historias fantásticas y enseñándole a crear su propio teatro de títeres.
Andersen dedicó a su madre el cuento "La pequeña cerillera" o "La niña de los fósforos" por su extrema pobreza.
Disfrutémoslo:
La niña de los fósforos
Por Hans Christian Andersen
¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.
Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.
La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.
También te invitamos a ver y escuchar "El patito feo"
Por Hans Christian Andersen
¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.
Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.
La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.
También te invitamos a ver y escuchar "El patito feo"
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